miércoles, 10 de junio de 2009

ARTÍCULO: LA AUTOESTIMA, PADRES Y MADRES EMPECEMOS A VALORAR A NUESTROS HIJOS!

Por Gino Soto
Psicólogo

La autoestima es la valoración de uno mismo, de cómo somos, del valor que le damos a la gama de rasgos corporales, mentales y espirituales que componen nuestra personalidad. Implica una valoración de lo favorable, y reconocimiento de lo desfavorable de nosotros para mejorarlo o transformarlo. Todos estos sentimientos (“de valor a nuestro ser”) se van formando a partir de cómo asimilamos la opinión de los demás, todo lo que pensamos de nosotros mismos, y de cómo esto se reafirma a través de nuestra conducta.

A muy temprana edad empezamos a formarnos un concepto a partir de lo que los demás dicen y piensan de nosotros, de cómo nos ven nuestros padres, maestros, educadores, compañeros, amigos, y de las experiencias que vamos adquiriendo en nuestro núcleo familiar y de nuestros cuidadores. La persona, va creciendo y formando su personalidad dentro del ambiente familiar donde incorpora valores, reglas y costumbres que a veces suelen ser contradictorias, ¿Cómo puede dar el ejemplo un padre que se emborracha con alcohol?, ¿De que autoestima hablaríamos de un niño que es maltratado física y psicológicamente?, incluso, a veces los padres dan mensajes que desalientan “el porqué vivir”, diciendo: “La vida es dura, difícil”, “Hemos nacido para sufrir, tenemos mala suerte”, “Tienes que hacerte profesional para que seas alguien, para que nos saques de aquí”, “Si nada tienes, nada vales”, “Que inútil eres”, “Sin mi no puedes nada”, “Todo lo haces mal”, “Ves como me sacrifico por ti y no te importa”, “Cuanto he gastado en ti, y no te interesa”. Si alguna vez lo ha dicho o escuchado, tenga en cuenta que estos son mensajes que desalientan y llenan de desesperanza por la vida de un niño y un adolescente. Estas frases sutiles son las que más duelen y pueden desordenar la autoestima.

Otro factor que disminuye la autoestima, es la existencia de padres sobreprotectores, los que no permiten al niño y adolescente a realizar actividades por sí mismo, es como si le dijera “no, no lo hagas porque no puedes entender lo que haces”. Actualmente la “sobreprotección” es considerada como una forma de violencia, ya que impide el desarrollo personal-emocional del niño y adolescente. Dicho “amor” (entre comillas) de estos padres y madres les hace temer que su hija o hijo se equivoque, pero en realidad lo que le está transmitiendo al niño o niña qué es incapaz de hacer las cosas por sí solo.

Todo esto (maltrato, ambivalencias, sobreprotección) es una cadena hereditaria que son la fuente de los problemas que afectan en la vida del niño, adolescente, joven, su vida adulta y los causantes de su baja estima. Estos sentimientos negativos se transforman en: odios hacia ellos mismos, ataques de ansiedad, repentinos cambios de humor, culpas, encontrar el lado negativo en situaciones positivas, todo es triste, y aún la depresión se vuelve como parte de la vida

El desarrollar una autoestima adecuada nos vincula al concepto positivo que tenemos de nosotros mismos, la cual potencia las capacidades y habilidades y aumenta nuestra seguridad personal la cual tendrá como resultado el éxito en nuestra vida.

La adecuada autoestima, se inicia en nuestros hijos con el cariño materno: la relación segura incrementa y facilita la socialización que continúa durante la adolescencia. Los niveles adecuados de cariño en la crianza de los niños aseguran interacciones positivas entre ellos y los en la vida familiar. Al mismo tiempo, predispone al niño a corresponder a los padres y a disfrutar del tiempo que pasa con ellos: Esto aumenta la probabilidad de que los padres tengan una influencia significativa en sus hijos.

La crianza del padre cariñoso también motiva al niño a complacer y satisfacer las expectativas paternas; asimismo, ayuda al niño a no herir o decepcionar al padre querido. Los niños varones se identifican mas frecuentemente con los modelos paternos cariñosos. Los niños tienden a incorporar los valores paternos, como la consideración y la justicia en las relaciones interpersonales, en su propio estilo de vida. Los niños criados con cariño en su familia resistirán más los valores de otros grupos, que sean claramente diferentes a los valores aprendidos en casa.

Por otro lado, algunos padres permisivos, buscan mostrar aceptación y transmitir la mayor seguridad posible, pero tienden a ser muy pasivos cuando se trata de fijar límites o corregir la desobediencia. Los padres permisivos no se imponen. Ni siguiera tienen metas muy claras para sus hijos, prefiriendo permitir un desarrollo conforme a sus inclinaciones naturales. Sin embargo los niños requieren de límites o pautas básicas de convivencia, como el respeto a los hermanos, etc. Si se acatúa adecuadamente, el niño sabrá valorarse, transformándose en guía de su propia vida, protegido de sentimientos de culpa irracionales o poco objetivos, de creerse incapaz, malo o inútil, de tener que complacer para ser aceptado.
Para desarrollar la autoestima, debemos reforzar lo positivo de la otra persona. Dar a los niños la oportunidad de expresar sus cualidades, escuchándo cálida y activamente sus inquietudes. Evitar los elogios ambivalentes, por ejemplo: “Casi estás al nivel de tu hermano”. Fomentar un espacio de autonomía y libertad, sin libertinaje. Dar responsabilidades. Estimular la autoestima de los estudiantes, evitar las reprimendas en clase, el trato humillante, minimizar el estrés en la escuela.

Recordemos que la autoestima es fundamental para el desarrollo personal y profesional de un joven, pero es básica la intervención de la familia o tutores para que se desarrolle. No olvidar, ¡que un niño criado con amor, buscara de adulto: “El amor”!.
*
*

No hay comentarios:

Publicar un comentario